Coloca el arroz en un colador y lávalo bajo agua fría frotándolo con las manos. Esto eliminará el exceso de almidón y evitará que el postre quede demasiado denso.
Pon a calentar un cazo con agua y cuece el arroz hasta que absorba todo el líquido. Este paso ayuda a que el grano se abra antes de incorporar la leche.
Mientras tanto, en otro cazo, calienta la leche a fuego medio. Si lo prefieres, aromatízala con una rama de canela y cáscara de limón. Lleva a ebullición suave.
Cuando el arroz haya absorbido el agua, incorpóralo a la leche caliente. Baja el fuego al mínimo y remueve con frecuencia durante 50 minutos, para que suelte el almidón y quede cremoso.
Pasado ese tiempo, añade el azúcar y la mantequilla. Cocina 10 minutos más a fuego suave, sin dejar de remover. Este paso final potencia el sabor y da una textura sedosa al postre.
Apaga el fuego y reparte el arroz con leche en boles o recipientes individuales. Déjalo reposar hasta que temple y luego guárdalo en la nevera unas horas para que tome cuerpo.
Antes de servir, espolvorea con canela en polvo o haz una capa crujiente de caramelo con un poco de azúcar y un soplete, si quieres darle un toque especial.